Esta nueva versión de Tarzán no gasta tiempo ni
recursos para contar los orígenes del "rey de los monos", lo anterior
se agradece, porque ya hemos viste muchas veces los primeros pasos de este
icono personaje en películas animadas o en versiones de los años 80, un par de
"flash back" cumplen su misión y sirven de resumen para recalcar los
principales hitos de la niñez y de la adolescencia de Tarzán.
Pero lamentablemente, el
resultado es insatisfactorio: en parte, porque queda claro que lo que valía la
pena contar ya estaba dicho en cintas previas y porque David Yates (director)
no consigue aportarle nada novedoso más allá de abultar la historia con
costosos efectos digitales, que, dicho sea de paso, distan de ser perfectos.
Ahora; ¿Hay algo destacable en esta
película? La respuesta es sí, tiene pocos elementos de interés, pero tiene 3
elementos que destacan y sostienen este largometraje y hacen que no sea un
desastre total.
El primer elemento interesante,
es la temática que se desarrolla en la cabeza del protagonista de este filme,
porque en un comienzo el protagonista no es Tarzán, es John Clayton, un
ciudadano de Londres, rico, con título nobiliario que no quiere tener ninguna
relación con África por las atrocidades que le ocurrieron a sus padres biológicos en este salvaje continente. Por otro lado, esta Tarzán, el personaje
que todos conocemos, el rey de la selva, el que lucha con los animales, el hijo
prodigo de África. Alexander Skarsgård interpreta a ambos personajes, existe
una dualidad en la identidad del protagonista de esta aventura, cada una de
estas partes se pelean entre sí para salir a la luz. Existe una encrucijada por
parte de este héroe, traicionar sus orígenes o traicionarse a sí mismo. El
problema es que Alexander Skarsgård pasa
sin penas ni gloria, no destaca y hace que Tarzán sea un personaje secundario,
porque los demás personajes, que supuestamente tienen que tener menos
importancia que Tarzán, son mucho más potentes y atrayentes que el rey de la selva.
Por consiguiente, el segundo
elemento que mantiene a la película en pie y con la frente en alto, son sus
personajes secundarios. La película, entonces, se sostiene sobre otros
personajes con tanta o más presencia que el bueno y relegado de Tarzán. Estos son
Rom (Christoph Waltz) y George Washington Williams (Samuel Jackson). Ambos
personajes pertenecen al árbol genealógico que se desprendió de la
filmografía de Quentin Tarantino.
Rom, el enemigo mortal es cínico, cruel y parlanchín,
con maldad tan rebuscada que su mejor arma es un rosario. A pesar que el guion
no favorece al personaje, Christoph Waltz, es un gran actor que repite como
malvado obsesionado con su víctima como en la última película de James Bond,
"Spectre" (2015).
Pero el personaje que se roba
todas las miradas de la película, es George Washington Williams, (interpretado
por el entretenido Samuel Jackson), que es en realidad un diplomático
estadounidense, que se endureció en la guerra civil y que ahora se convierte en el compañero de
Tarzán, este personaje aporta a la comedia, con un par de buenos chistes y
muchas payasadas.
Incluso Jane ( Margot Robbie),
sin lucirse, es más expresiva y
atrayente que el Tarzán de Alexander Skarsgård, este actor resulta un
desacierto desde el comienzo. De primeras, para cualquier intérprete trabajar
delante de un fondo verde no debe ser especialmente sencillo, pero es que las
limitadas dotes interpretativas del sexualizado actor no contribuyen para nada
a darle profundidad al personaje, capaz de toda clase de heroicidades por
increíbles (e intragables) que sean.
Pero, existe un tercer elemento
que mantiene la consistencia de la película y este es su mensaje
anti-imperialista. Está el asunto ideológico de siempre: el blanco que salva a
los negros. ¡Es Tarzán! Esto casi resulta insalvable ahora; pero, al menos, el
filme plantea bien y denuncia la codicia europea que llevó África a la pobreza
actual: la explotación de sus minerales y la de sus habitantes (esclavismo).
Básicamente entregan un mensaje moralista bastante claro y bien dirigido.
La película trata de lo
siguiente; Han pasado varios años desde que el hombre alguna vez conocido como
Tarzán (Skarsgård) dejó la selva africana para vivir una buena vida bajo el
nombre de John Clayton III, Lord Greystoke, con su amada esposa Jane (Robbie) a
su lado. Ahora, ha sido invitado al Congo para oficiar de emisario del
Parlamento, sin saber que no es más que un instrumento en una mortal
conspiración de codicia y venganza planeada por el capitán belga Leon Rom
(Waltz). Pero quienes están detrás de este complot asesino no tienen idea de lo
que están a punto de desatar.
Por último, se recalcan tres
desaciertos y mediocridades que hacen que esta cinta sea totalmente olvidable.
En primera instancia, la selva, que se realizó con pantalla verde atrás, no convence a nadie, todo se ve falso,
no hay un paisaje vivo, otras películas, como "El libro de la selva"
(2016), han sabido hacer una selva digitalmente mucho más viva que esta pobre
selva del Congo. En segunda instancia, da pena el mal papel que le dan al
nominado al premio Oscar, Djimon Hounsou, jefe de una tribu, que está invadido
por la venganza y lo único que quiere es matar a Tarzán. Un personaje muy pobre
argumentalmente y que no aporta en nada. Por último, el tercer desacierto de
esta aventura, son las coreografías de las peleas que son sumamente mediocres,
algo que este tipo de película debiera poner mayor énfasis, porque es lo que busca
vender, ninguna escena de pelea emociona, son muy plásticas y con secuencias
muy aburridas.
En conclusión, esta película no convence, nunca
se ve al hombre mono en su plenitud, no es un desastre total pero es una cinta que rápidamente se va a ir de nuestra memoria.
Ficha técnica:
Director: David Yates
Reparto: Alexander Skarsgård, Margot Robbie ,Chrisoph Waltz, Samuel Jackson y Oscar Djimon Hounsou
Año: 2016
País: Estados Unidos
Trailer " The legends of Tarzán":